Por Javier Tisera
Un dragón con cabeza de cartón y un cuerpo de telas por las calles. Fuegos artificiales y cohetes que se escuchan a su paso. Hombres y mujeres danzando a su alrededor. Caporales con sombreros sacudiendo los cascabeles de sus botas. ¿Es una escena en el carnaval de Oruro o es la danza del dragón del Año Nuevo en China? Son rasgos de una América profunda que empiezan a mostrarse con una nueva historia.
El silencio duro cinco siglos. Sin embargo, el tiempo no pudo borrar las huellas precolombinas. Son rasgos identitarios del continente americano que los descubridores europeos ni siquiera percibieron. Su afán de conquista y saqueo los cegó quinientos años. Hoy se empiezan a cobrar fuerza científica un enfoque que pone al pilar central de eurocentrismo en crisis: China oteó las costas del continente americano un siglo antes que las carabelas de Cristobal Colón.
Los juncos están construidos de una forma sencilla. Su casco sin quilla y su timón desmontable les posibilita ingresar en aguas poco profundas. Se trata de una de las embarcaciones más antiguas de la humanidad. Si a la versatilidad y velocidad de la embarcación le sumamos almirantes decididos y diestros se puede recorrer el mundo. Este dato comenzó a pesar cuando Enrique Dussel, rector interino de la Universidad Autónoma de México, comenzó a delinear una mirada que había permanecido oculta. Su trabajo, después de medio siglo de conocimiento e investigación, “La China” (1421-1800). Razones para cuestionar el eurocentrismo hace temblar un paradigma capital del descubrimiento de América.
Su trabajo liminar comienza con un epígrafe a modo de dedicatoria: Al almirante Zheng He, que condujo el descubrimiento de los cuatro continentes. A los almirantes Hong Bao, ZhouMen y Zhou Wen que “descubrieron” nuestro continente americano en 1421. El mundo científico recibió este trabajo como un impacto; sin embargo, no pasó desapercibido para los referentes de los pueblos originarios que comenzaron a agudizar la mirada sobre usos y costumbres precolombinas.
Dussel en su trabajo destaca que “Por valientes y decididos que fuesen, Colón, Días de Solís, Da Gama, Magallanes, Cook y el resto de los exploradores europeos se hicieron a la mar provistos de mapas que les mostraban el camino hacia sus destinos. Se lo debieron todo a los primeros exploradores, los chinos, en sus épicos viajes de 1421-1423. La fortuna de los europeos fue paralela a la desgracia de China”.
Los primeros europeos que llegaron a las costas de la Columbia Británica (Canadá) encontraron que los indígenas tenían máscaras ceremoniales de madera, en algunas de las cuales los ojos estaban hechos con monedas chinas, monedas con un pequeño agujero en el centro.
Se han encontrado restos de naufragios de barcos chinos en las costas de Quiver (sur de Alaska) y anclas redondas de piedra de embarcaciones sacadas del fondo marino de la península de Palos Verdes en California. El manganeso depositado sobre estas rocas indicaba una larga inmersión en el fondo del océano, las dataron entre 500 y 1000 años de inmersión. En América no se usó jamás este tipo de piedra. (Frank J. Frost “The Palos Verdes Chinese Anchor Mistery. Archeology” 31/1, New York 1982).
En México de los mayas la impronta china es un poco más profunda, no se trata ni de monedas ni de piedras, se trata del idioma. Hay similitud, dicen, entre palabras del chino y del maya. Una leyenda maya explica el origen de sus antepasados en una corriente migratoria de desconocidos que llegaron a Yucatán por el mar del Oeste. Estudiado los jeroglíficos mayas se han encontrado semejanzas entre los dialectos mayas y la lengua china antigua. Mediante el Método lingüístico contractivo”, que se emplea para comparar dos idiomas, el profesor eligió 100 palabras populares de cada lengua y encontró que 22 son similares en la pronunciación, sobre todo con dialectos de China suroriental como lo destaca el investigador antropológico González Calderón en sus trabajos a principios de los 70.
Mike Xu en un estudio comparativo encontró que ciertas palabras olmecas (civilización que se desarrolló durante el Período Preclásico Medio en México) eran exactas a las usadas en la dinastía Shang tales como “sol, montaña, artesano, agua, lluvia, sacrificio, salud, plantas, riqueza y tierra”. La mayoría de los 146 caracteres usados por los Olmecas son exactamente los mismos a los usados en la escritura china primitiva. De hecho, cuando Xu mostró a algunos estudiantes universitarios que analizaban la primitiva cultura china, los artefactos Olmecas, estos pensaron que era escritura antigua china convencional.
Otro indicio es el hacha hallada en un sitio de ofrendas Olmeca de La Venta, en México. Esta contiene tallados los nombres de varios ancestros de los Shang y de los últimos doce emperadores que gobernaron desde su capital dinástica de Anyang de la última época Shang.
A esto se suman a otras evidencias, como las semejanzas entre las artesanías mayas y chinas. En la artesanía maya se reconoce un “estilo chino”, sobre todo en piezas encontradas en Campeche, muy similares a artesanías de la Dinastía Tang.
Pero en Sudamérica también se pueden encontrar pruebas: La toponimia peruana es otro dato decisivo y muy a tener en cuenta a la hora de poder afirmar que en tiempos precolombinos hubo una intensa relación entre China y las regiones del imperio incaico. Los propios peruanos en sus trabajos antropológicos y geográficos han localizado 89 nombres peruanos que tienen un significado en chino, y también 118 nombres geográficos peruanos que tienen su equivalente en nombres geográficos chinos. Un ejemplo que no pasa desapercibido es Chan Chan (famosas ruinas preincaicas de la costa norte del Perú llamadas también Ciudad de las Murallas) y el nombre chino bastante aproximado de la Gran Muralla China (Chang-Cheng); así lo afirma Berlinder G. Reyes Vergaray etno-historiador peruano.
Los cordones anudados “Quipo”, este es un antiquísimo sistema chino de anudar cordones mucho antes de que entre ellos se conociera la escritura; colocando los nudos a cierta distancia, utilizando colores diferentes y mediante precisas convenciones se creaba un código de señales que sustituían formas de contar y de escribir”. Lo sorprendente es que igual sistema se encontró entre los incas, tan evolucionado que servía de registro público para los anales y las cuentas del Estado, las observaciones astronómicas, los tributos e impuestos, e incluso como medio de comunicación, puesto que servía para transmitir, a largas distancias, noticias y mensajes. Entre los incas se llamó quipus o quipos, y entre los chinos se llamó el método qi pui, “memorizar a espalda”.
Otro ejemplo lo podemos hallar en la cultura Chavín de Perú, donde la “Estela de Raimondi” –lápida rectangular descubierta por el italiano Antonio Raimondi– guarda mucho parecido con la lápida del Rey del Dragón, en un templo chino de nombre parecido a la de Chavín. En la “Estela de Raimondi” se encuentran esculpidas una cabeza, la cara y garras de un dragón, así como el cuerpo de una serpiente. Cada una de las garras sostiene un bastón, símbolo del poder. Hacia sus lados, la decoración tiene forma de plumas, que están integradas a la cabeza y cola de la serpiente. Esto está descripto por la investigadora de la UNAM, Berenice Alcántara Rojas “El dragón y la Mazacóatl. Criaturas del infierno en un exemplum en Náhuatl de Fray Ioan Baptist. Enero, 2005.
Uno puede pensar, después de leer algunos datos que, quizás las corrientes migratorias coincidían con la costa del Pacífico, pero esto cayo por tierra cuando cerca de Rio de Janeiro encontraron el cráneo de “Luzia”. Esta es descendiente directa del grupo humano que vino de la China a poblar América, una oleada inmigratoria que recién ahora pudo confirmarse y es, probablemente, la más antigua. Así lo confirmó un estudio realizado por Héctor Pucciarelli, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de La Plata, y por Walter Neves, de la Universidad de San Pablo, en Brasil, dos expertos en antropología biológica.
Se pueden encontrar pruebas en los orígenes como por ejemplo la lengua aymara. Se pueden detectar topónimos que no dan lugar a duda. Se pueden ver máscaras funerarias con monedas agujereadas o sistemas de contabilidad con nudos o danzas y coreografías chibchas que nos remiten a dinastías lejanas y antiguas de oriente. Lo que está vedado por los hombres del siglo XXI es permanecer encerrados en un silencio muy parecido a la complicidad. Hoy el mundo de la ciencia y las profundidades de los estudios nos señalan que América no fue exclusividad de los europeos, sino que, como actualmente se presenta, fue una de las casas del mundo y los que llegaron dejaron una marca imborrable a pesar de la oscuridad de los tiempos.