Por Pablo González
Sectores del campo argentino acaban de protagonizar una masiva movilización a Plaza de Mayo, bajo el rótulo de “Tractorazo”. Lo hicieron pacíficamente. Y más allá de la evidente politización que hubo detrás de esta movida, lo cierto es que tienen todo el derecho del mundo a reclamar.
Algunos pensarán que no es justo que quienes más están ganando salgan a protestar, cuando al mismo tiempo hay millones de argentinos que pasan hambre. Lo toman como una falta de respeto. Pero cada uno tiene derecho a reclamar por lo que quiere, tengan o no tengan dinero.
Sin embargo, vale la pena reflexionar sobre la doble vara que algunos tienen para abordar las distintas problemáticas. Más allá de que era sábado, la incursión en el centro porteño de tractores, camionetas y cuanto vehículo tenían a mano, ocasionó –obviamente- un caos de tránsito. Pues bien: fíjense ustedes que este sector de la sociedad es el mismo que siempre se queja por los piquetes y los cortes de calle que hacen los pobres.
Ya había sucedido antes en el 2008, cuando en protesta por la Resolución 125 el campo cortó rutas y trastocó la vida de millones de argentinos en todo el país. Y ahora lo hicieron en CABA y sus alrededores. Reiteramos: la protesta es legítima. ¿Pero por qué estos mismos protagonistas se indignan cuando los que cortan las calles son los más necesitados?
Al fin de cuentas, como decíamos al principio, cada uno reclama por lo que quiere. Y si el corte de tránsito es válido para uno, también debe serlo para los otros.
No es nueva esa doble vara. Es la misma que se utiliza para estigmatizar a los que cobran planes sociales. Los tildan de “Planeros”, “Choripaneros” y “Vagos” y “Negros de mierda”. Probablemente hasta se laven las manos cuando de casualidad tienen contacto físico con alguno de ellos. Pierden de vista que esos “planeros” siguen siendo pobres, por más que cobren 20 mil pesos del IFE o reciban algún bolsón. Y curiosamente nada dicen de los muchos millonarios “vagos” que hay en la Argentina, y que sólo dedican su tiempo a evadir impuestos y fugar capitales a cuentas “off-shore” en el exterior. Es más: a estos últimos hasta los adulan y califican como grandes empresarios.
También los medios de comunicación tienen esa doble vara. Hasta hace pocos días se quejaban horrorizados por los acampes de pobres en la Avenida 9 de Julio, mientras que ayer elogiaron y transmitieron en cadena nacional la protesta de “los grandes señores del campo”.
La Argentina va por mal camino. Pero no solamente porque no se tomen las medidas económicas adecuadas. Vamos mal porque seguimos mirando la realidad con una doble vara que sólo pone las culpas en los de abajo y aplaude a los de arriba. Deberíamos empezar por ser más empáticos con gente que –aunque cobren un plan- sigue siendo víctimas y no victimarios.
La culpa de que el país esté como esté no es solamente de los políticos. Y muchos menos de “los que viven del Estado”. La principal cuota de responsabilidad es de un puñado de “grandes empresarios” que primero han esquilmado al Estado y luego se han llevado los dólares afuera.
En cualquier momento, amigos lectores, quizás hasta veamos a estos grandes empresarios también cortando rutas y calles o reclamando en Plaza de Mayo. No olvidemos que la Argentina es un país muuuuuy genoroso…