Ha pasado el tiempo de la indiferencia

Por Juan Carlos Bregy

Ha pasado el tiempo de la indiferencia
En nuestro país, producto de la Reforma Constitucional de 1994, vivimos en constante modo
electoral: cada dos años sea por las elecciones de medio tiempo o por las elecciones
presidenciales hace que no pase un año que no se mire…al próximo año, porque es un año
electoral.
Las elecciones siguen siendo ese saludable ejercicio democrático que nos permite cada dos años
poder, desde las urnas, elegir a aquellos que nuestra conciencia nos indica que mejor sabrán
representar nuestras ideas y nuestras convicciones.
La “grieta” que se profundizó en el 2008 producto del mal llamado conflicto entre el campo y el
gobierno (como si las cuestiones tan esenciales que allí se estaban discutiendo solo le afectaran
y/o interesaran a quienes aún no se han puesto de acuerdo) desnudó de manera violenta la
preocupante incapacidad que tiene hoy la dirigencia en general -funcionarios, políticos,
gremialistas, empresarios, militantes sociales, líderes de opinión, etc.- para poder expresar una
idea propositivamente, sin tener que apelar a desacreditar al contrincante o a las frases
grandilocuentes que terminan encadenándose en un discurso vacío de ideas.
Desde hace años, basta una rápida lectura de las (pocas, casi inexistentes) Plataformas
Electorales que los Partidos Políticos ponen a disposición de la ciudadanía para dejar sumar otra
cuestión preocupante: existen escasas propuestas para lo que es y representa la educación en
nuestro país…en más: en algunas, directamente ni se menciona el tema educativo.
Cuando llega una campaña electoral, todos los políticos aluden a cuestiones que para el
“ciudadano de a pie” son poco relevantes; sus declaraciones y planteos están muy lejos de lo
que la gente está necesitando. Mucho más aquellos que peor la están pasando y que ya no solo
no llegan a fin de mes, sino que, en forma creciente, en las zonas más desfavorecidas es algo
evidente que ya no se puede ocultar, han dejado de enviar regularmente (salvo que aún subsista
el comedor) a sus hijos a la Escuela por diferentes motivos: o porque no tienen como comprarle
un guardapolvo, porque no tienen medios o el dinero para trasladarse, porque necesiten que
los ayuden para changuear…
Nadie se ha expresado -claramente y de manera directa- en favor de potenciar, de promocionar,
de prestarle real atención a una crisis educativa que va más allá de la aberración de permitirle
pasar a un joven de año con 10, 14, 18 Materias previas…la tragedia educativa actual ya no es
algo que “pagaremos” a futuro; es algo que se evidencia de manera más tangible a lo largo y a
lo ancho de nuestro interior más profundo. Cada vez es más complejo, más allá de los grandes
esfuerzos que hacen las comunidades educativas por capacitar a miles de jóvenes que en pocos
años más deberían integrándose como fuerza laboral (¿haciendo qué…?) o formándose en una
carrera superior (¿con qué base formativa…?) afín a alguno de los (pocos) sectores más
dinámicos de la economía de la Argentina.
Cualquier comparación puede resultar odiosa o tildársela de antojadiza, pero los países que
estos últimos años más han crecido en los ámbitos de la producción y de la investigación mucho
se han preocupado por desarrollar todo lo referido a la educación y en especial a la formación
en lo que son las nuevas tecnologías.
En esos países, no solo se invierte dinero que por cierto es necesario para que el sistema
educativo de un país avance y se modernice; sino que, además, se generan Políticas de Estado
para la Educación sustentables y que se sostienen en el tiempo, independientemente del partido
que gobierne.
Mientras que en nuestra Argentina, las (pocas) veces que aparece dinero para invertir en
educación se lo reparte inequitativamente, de manera caprichosa y capciosa; poniendo por
delante prejuicios ideológicos en vez de analizar objetivamente cuáles son las necesidades que
las Instituciones Educativas tienen en distintas comunidades que siguen apoyando a sus Escuelas
sin importarles sin son Públicas de Gestión Estatal o Privada…la gente ha madurado mucho más
rápido que sus gobernantes y ha entendido que en lo que se refiere a la educación, las
cuestiones partidarias están aún muy lejos de lo que ellos y sus hijos necesitan y por ello siguen
apoyando a la Escuela como una fuerte valor de referencia para el futuro de la sociedad que
integran.
Estos últimos años, se han llenado páginas de diarios y ocupados minutos de televisión y radio
reproduciendo artículos y estudios que analizan la preocupante situación por la que atraviesa la
educación argentina en sus distintos Ciclos por su desamparo crónico la que la hace -desde hace
largo tiempo- navegar entre su falta de identidad y la acentuada negación de muchos
estamentos gubernamentales en darle el lugar que debe tener en función al modelo de país que
hoy tenemos y que, urgentemente, debemos de cambiar.
En este panorama es que debemos de situarnos aquellos que trabajamos en y por la educación
porque es un deber ineludible el tener una posición crítica sobre lo que viene sucediendo.
Pero también hay que tener la entereza de reconocer que, con la mera crítica, con colocar la
culpa solo en el lado de los políticos y funcionarios, con el solo quejarnos sobre la leche
derramada, no iremos a ningún lado.
Habrá que comenzar a entender que la participación activa implica compromiso y sacrificio
porque -en definitiva- somos nosotros quienes votamos para que ellos lleguen a ocupar un lugar
de relevancia; somos nosotros que al pagar los impuestos también colaboramos para que ellos
cobren sus sueldos; somos nosotros los que seguimos cultivando el tristemente célebre no te
metas y dejamos en manos de unos pocos, los intereses de muchos.
Creo que ha pasado, dolorosamente, el tiempo de la indiferencia; llegó el momento de hacer oír
las voces de aquellos que siguen apostando (hasta ahora) en silencio por una Educación de
Calidad para todos y cada uno de nuestros hijos, nietos, alumnos…
Si así no lo hiciéramos, ya no solo Dios y la Patria nos lo demandarán; sino que – además- habrá
miles de jóvenes rostros que aún esperan de nosotros mucho más y que nos seguirán indagando
porque no fuimos capaces de apuntalar con nuestro accionar aquello que hasta ahora solo nos
animamos a sostener con nuestras palabras.

* Juan Carlos Bregy es:

Licenciado en Calidad de la Gestión Educativa – Egresado de la Universidad del Salvador

Diplomado en «Investigación y Producción Didáctica en la Formación por Alternancia» por la Universidad “San Carlos” de Guatemala.

Cursó el Posgrado sobre «Teoría y práctica del aprendizaje inclusivo y efectivo en el aula a través del enfoque basado en aptitudes y sus niveles de desempeño» U.C.A. (Argentina) – Escuela de Educación del Alverno College (Milwaukee, Estados Unidos)