Por Pablo González
Periodismosn.com.ar
FM 88.7 Radio City San Nicolás
Por estos días es bastante habitual escuchar frases como «Somos un país de mierda», o «Necesitamos hacer un ajuste». Son tiempos pre-electorales, y aunque parezca mentira se escuchan más frases de esa naturaleza, que propuestas con medidas concretas para solucionar los problemas.
Pues bien, quiero decirles dos cosas muy puntuales: 1) No somos un país de mierda. 2) No necesitamos hacer ningún ajuste de mierda.
Permítanme explicarles por qué afirmo lo que afirmo, sin temor a equivocarme. La Argentina está muy lejos de ser un país de mierda. Tenemos, es cierto, infinidad de dificultades que han llevado a casi la mitad de la población (o más) hoy deba ser considerada pobre. Y está clarísimo que deberíamos estar muchísimo mejor. Pero aún así, no somos un país de mierda.
La Argentina es un país que no sólo tiene recursos naturales extraordinarios. También tenemos un sistema educativo que sigue formando a nuestros hijos desde el jardín de infantes hasta la Universidad. Una educación pública y gratuita que, a pesar de que se la denosta, sigue siendo la envidia de buena parte del mundo. De hecho, ¿por qué creen ustedes, amigos lectores, que vienen tantos estudiantes universitarios de latinoamérica y del mundo a nuestra tierra? No vienen sólo porque es gratis, o más barato que estudiar en sus naciones de origen. Vienen porque además las universidades tienen un buen nivel académico.
También nuestro sistema de salud, a pesar de estar cada vez más saturado, brinda respuestas a buena parte de las necesidades de la población. No es fácil encontrar en otros países los excelentes profesionales médicos que tenemos en la Argentina. Y aunque hay diferencias entre la medicina privada y la pública, ambas siguen siendo de muy buena calidad.
Por supuesto que nos está deglutiendo la inflación. Y está muy claro que cada vez nos cuesta más ser de clase media, porque no llegamos a fin de mes. Con nuestros gobernantes a la cabeza, se han cometido muchos errores que desembocaron en este panorama. Pero créanme que, a pesar de ello, estamos muy lejos de ser «un país de mierda».
Vayamos al otro punto: el ajuste que vienen pregonando algunos sectores como «inevitable». Reflexionemos un poco al respecto. Es cierto que no se puede gastar -por tiempo indefinido- más que lo que se genera. No podemos seguir «viviendo de prestado», pidiendo plata aquí o allá. ¿Pero nos pueden exigir un ajuste a los laburantes? Hicieron la fiesta, se comieron todo, bailaron, y se llevaron lo que sobró. Ninguno de nosotros, simples trabajadores, participó de esa fiesta. ¿Por qué entonces nos quieren hacer pagar la fiesta a nosotros? ¿O será que algunos piensan meter tijera en salud, educación, y algunas otras cosas que funcionan más o menos bien?
No Señor: de ninguna manera. En lo personal, no voy a admitir ningún tipo de ajuste. Porque yo no consumí ni el caviar ni el champagne. Y si me lo imponen de prepo, al menos voy a protestar. Quiero suponer que todos los laburantes pensarán más o menos lo mismo. Así que métanse ya saben dónde ese ajuste de mierda que pregonan…
En todo caso, que el ajuste recaiga en quienes participaron de la fiesta: políticos corruptos, empresarios inescrupulosos con cuentas off-shore en el exterior, usureros, banqueros que la juntan en pala, etc, etc, etc…. Pero quien sea el próximo Presidente, deberá tener muchísimo cuidado en pretender aplicar un ajuste sobre los que simplemente hemos trabajado durante todos estos años.
Así que ya saben amigos lectores. Cuando vayan a votar el domingo, tengan en claro un par de conceptos:
A) No somos un país, una ciudad, ni una sociedad de mierda. Y debemos estar muy orgullosos de lo que somos.
B) No dejen que nos tomen de boludos. Quien sea que gane, si quiere hacer un ajuste, que se lo aplique al que disfrutó la fiesta. No a quienes sólo fuimos meros espectadores…